Hubo un tiempo, no tan lejano, en que resultaba impensable que las mujeres fueran al espacio. Y los motivos eran tan peregrinos y machistas que ahora nos avergüenzan. Lo cuenta Adam Cole en un artículo de NPR que me apetece compartir con vosotros aquí. Hace unos días, Cole realizó una entrevista a las astronautas Samantha Cristoforetti, Serena Auñón y Cady Coleman a las que trasladó las preguntas de los lectores. Sorprendentemente, una de las cuestiones que más se repetía era "¿Qué sucede cuando una mujer tiene la menstruación en el espacio?" y la respuesta es bastante aburrida, puesto que no sucede nada especial, pero el contexto histórico de la pregunta tiene mucha miga.
Desde el principio de la historia de la navegación espacial, relata Coleman, la menstruación formó parte del argumento de por qué las mujeres no debían ir al espacio. Algunos argumentaban que durante el periodo sus facultades se podían ver alteradas y que las mujeres pilotos tenían más accidentes por este motivo. A pesar de que los estudios realizados en 1940 mostraban que esto no tenía ningún fundamento, el tema siguió coleando varias décadas como un prejuicio contra las mujeres astronautas. En los años 60 las ideas de este tipo se reflejaban incluso en informes oficiales, donde se decía que poner a "un humano con una psicofisología temperamental" (en referencia a una mujer menstruando) en una "máquina complicada" era una mala idea. También se esgrimió la posibilidad de que en el espacio la mujer pudiera sufrir una "menstruación retrógrada" de modo que la sangre subiera por las trompas de Falopio hacia el abdomen poniendo en peligro la vida de las astronautas. Algunas pioneras, como Rhea Seddon, recordaban que al mandar a los primeros hombres al espacio había incógnitas parecidas y se les envió igualmente.
En una fecha tan tardía como 1971, un informe oficial de la NASA elaborado por Nick Kanas y William Fedderson hablaba de las posibles futuras astronautas y su capacidad para "subir la moral a la tripulación", aunque su presencia crearía "tensiones interpersonales". Una mujer, Glenda Callanen, hablaba en 1975 de que las mujeres podrían "llevar las partes menos científicas de las misiones espaciales" o, si ellas querían, "ayudar a colonizar planetas lejanos". Los prejuicios siguieron y en 1983, cuando Sally Ride se convirtió en la primera astronauta estadounidense, los ingenieros le preguntaban cuántos tampones necesitaría para su misión y si le harían falta unos cien.
Todos estos prejuicios nos resultan bastante vergonzosos al echar la vista atrás, pero la realidad es que el machismo de la sociedad no ha cambiado tanto en estos años. Hoy mismo el programa L’Oréal UNESCO ha presentado los resultados de un estudio de percepción en cuatro países europeos que indican que el 63% de los españoles cree que "las mujeres no tienen las capacidades requeridas para acceder a los puestos científicos de alto nivel". Creemos haber avanzado mucho pero una buena parte de nosotros sigue teniendo una mentalidad troglodita de la que deberíamos avergonzarnos y contra la que tendríamos que luchar.
Por cierto, parece estúpido recordarlo, pero la menstruación en el espacio es exactamente igual que en la Tierra y durante tres décadas no se ha dado ni un solo problema en microgravedad.
Más información y todos los datos en: What Happens When You Get Your Period In Space? (NPR)
Cuando la menstruación te impedía ir al espacio
23 septiembre 2015
Escrito por Aberrón a las 17:56 | 5 comentarios »