Órbita Laika #24: Cómo hackear la lengua

10 diciembre 2015 Etiquetas:

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En el programa de esta semana de Órbita Laika (último de la segunda temporada) me propuse hablar otra vez de la neurociencia de los sentidos, en este caso del sentido del gusto y de la capacidad de la lengua para detectar sabores. En una primera parte explicamos cómo funcionan estos neurorreceptores del sabor e hicimos la prueba que se suele hacer para detectar a los supergustadores, un tipo de personas que, por genética, tiene más receptores que la media y suele tener problemas con algunas comidas. En la segunda parte hackeamos la lengua de nuestro invitado, Miki Nadal, mediante una baya llamada "fruta milagrosa" (Synsepalum dulcificum) que bloquea los receptores de lo amargo y lo ácido, hasta el punto de que tras paladearlo, hasta un limón nos sabe dulce.


Quiero dar las gracias a nuestro compañero el cocinero Xabier Gutiérrez, que rebuscó en la despensa de Arzak para buscarnos la fruta milagrosa, a los chicos de Magic Berrys, y a David de Lorenzo, que nos prestó las tiras de TCP o Feniltiocarbamida para hacer la prueba del supergustador. Espero que el programa de ayer os sirviera para poder explicar a alguien por qué le sabe mal el zumo de naranja después de lavarse los dientes.

Nota de despedida: Hasta aquí han llegado las dos temporadas de Órbita Laika y puede que la historia del programa, pues no tiene visos de continuar. Quiero que sepáis que ha sido un privilegio participar en un proyecto tan valiente y tan emocionante con el que he aprendido, me he divertido, me he ilusionado y de vez en cuando hasta me he enfadado. Nunca estaré lo suficientemente agradecido a José Antonio Pérez, su director, por haberme llamado para formar parte de esta aventura, ni a Ángel Martín su generosidad dentro y fuera del plató, ni a Pepe, Clara y América su profesionalidad y lo grandes que son. Me dejaré a mucha gente por citar, pero no quiero que se me olvide hacerle la ola a Marta Sánchez, nuestra productora, que me hizo la vida más fácil, y al gran Jesús Hidalgo, con quien me pateé buena parte de los laboratorios de España y parte del Corredor del Henares. Y a Blanca y Urko por ser tan queribles. También debo agradecer su infinita generosidad y paciencia a Alberto, de Ventus, y Carlos Durán y sus compañeros del centro Principia, con quienes disfrutamos como niños. Y sobre todo a todos los que habéis aguantado hasta horas intempestivas para disfrutar de un ratito de ciencia en televisión y ayudarnos a transmitir la idea de que "la ciencia mola". Quizá no os dais cuenta ahora, pero sois unos héroes. Y dicho esto, la ciencia volverá al cajón de la tele de donde tan pocas veces la dejan salir. Ojalá no sea por mucho tiempo ;)

Y mientras tanto, recordad que el espectáculo continúa aquí, en Fogonazos, y en otros proyectos.

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