El cuerpo de animales y plantas puede ser a la vez un calendario y un detector de sustancias. Así, utilizamos por ejemplo los anillos de los árboles para conocer los cambios en el clima y la cera del oído de las ballenas para detectar la presencia de contaminantes. Ahora, el equipo de Shane DuBay y Carl Fuldner acaba de añadir un nuevo biotetector a la lista: han obtenido datos sobre la contaminación del pasado analizando las variaciones de color en las plumas de los pájaros que se conservan en los museos.
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El libro de la polución se lee en las plumas de las aves
09 octubre 2017
Escrito por Aberrón a las 21:04 | 0 comentarios »