Eso que lleva el sherpa de la imagen a su espalda es un barril cargado hasta los topes de mierda humana. Es uno de las decenas de letrinas portátiles que se instalan en los campamentos del Everest y en los que cada año se acumulan hasta 11 toneladas de heces, según cuentan en Motherboard. Hasta que los porteadores locales los bajan hasta un lago helado llamado Gorakshep que sirve de almacén improvisado. Esto, junto a las deposiciones que los 700 montañeros que suben cada año hasta aquí dejan enterradas en la nieve (y las basuras en general), está generando un problema ambiental y contaminando las aguas.
Hace siete años, un escalador llamado Garry Porter quedó tan impactado por este problema que comenzó a buscar una solución. Este ingeniero jubilado de Boeing fundó junto otros socios el Mount Everest Biogas Project y han ideado un sistema de pequeñas plantas de reciclaje en las que producir biogás a partir de los desechos orgánicos. La energía obtenida en estas plantas, podría aprovecharse para cargar los portátiles y otros equipos electrónicos de los montañeros. Uno de los problemas a los que se han enfrentado es el de la temperatura (las bacterias necesitan calor para completar el proceso), pero lo han resuelto instalando paneles solares que acumulan energía que mantenga el sistema caliente durante la noche. Ahora están intentando recaudar dinero para poder poner en marcha la idea y contribuir a que el Everest deje de ser un estercolero colectivo.
Más info del proyecto en: Mount Everest Biogas Project / Motherboard