La primera vez le pareció divertido. Fue durante un fin de semana de escapada con su pareja, hace cuatro años. “Salimos a desayunar y me lo había pasado tan bien que le dije ¿qué es lo que hiciste ayer?”, explica. Pero el gesto se le fue cambiando a medida que pasaba el tiempo y aquella sensación no cesaba. Lo primero que pensó fue que se trataba del efecto de una nueva crema lubricante que había probado aquella noche, así que subió a la habitación y se lavó. Pero llegó el mediodía y la tarde y la sensación y los orgasmos espontáneos no paraban. “Cuando llegó la noche y vi que no podía ni dormir me asusté mucho”, recuerda. “Aquello ya no tenía ni puñetera gracia”.
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La pesadilla de tener 300 orgasmos al día
09 abril 2019
Escrito por Aberrón a las 19:38 | 0 comentarios »