Todos los huesos cuentan una historia, pero cuando Dan Mann y Pam Groves encontraron los restos de un mamut que vivió hace unos 17000 años en la región de North Slope, en Alaska, no sospechaban que sus colmillos iban a servir para construir una especie de diario íntimo de los movimientos del animal. Eso es lo que han hecho ahora, coordinados por su compañero Matthew Wooller, de la Universidad de Alaska Fairbanks, en un trabajo que se publica este jueves en la revista Science y que se ha basado en el análisis de los isótopos de sus colmillos de 1,7 metros de largo. Un estudio por el que cada centímetro de los dientes de este gigante les ha revelado sus movimientos por el Ártico durante sus 28 años de vida.
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