Saber lo que ocurre en el interior de un hormiguero es una vieja aspiración humana. Debajo de nuestros pies, estos diminutos insectos excavan una red de túneles de decenas de metros, cuya complejidad no tiene nada que envidiar a nuestras obras de ingeniería. Durante siglos, los sistemas para mirar en su interior han sido bastante toscos: se colocaban en terrarios con una cara transparente o, en la modalidad más agresiva, se vertía metal fundido en la boca del hormiguero y se dejaba enfriar para sacar un molde de su red de túneles y sus estructuras internas.
Pero el ingeniero José Andrade y su equipo del Instituto Tecnológico de California (Caltech) tenían a mano herramientas que, según sus propias palabras, les permitían “ver como Superman” y asomarse por primera vez a este mundo secreto para responder una pregunta: ¿cuál es la estrategia que siguen las hormigas a la hora de construir sus redes de túneles sin que el terreno se hunda a su paso?
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