El trabajo del arqueólogo español Marcos Martinón-Torres, investigador de la Universidad de Cambridge, es el ejemplo perfecto de que a veces las historias más interesantes del pasado no están en las vitrinas principales del museo, sino en pequeños detalles o en los almacenes que casi nadie visita. Su último descubrimiento, publicado en la revista American Journal of Archaeology, surgió revisando con su colega Borja Legarra las decenas de pequeños fragmentos de oro en los archivos del Museo Arqueológico de Agios Nikolaos, en la isla de Creta, demasiado pequeños e incompletos para ser expuestos. “Estaba mirando los fragmentos del depósito y, más tarde, al ver los objetos que tenían expuestos en el museo, se me encendió la bombilla”, recuerda. “Algunos tenían claras marcas de corte”.
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