En el año 1991 el ecólogo finlandés Ilkka Hanski soltó unas 4000 mariposas de la especie doncella punteada (‘Melitaea cinxia’) en varias islas de Åland, en el mar Báltico, en una serie de experimentos que más tarde harían historia. Aprovechando las condiciones de aquel lugar apartado, Hanski inauguró lo que hoy se conoce como biología de metapoblaciones y describió la manera en que los insectos son capaces de sobrevivir a la fragmentación y pérdida de sus hábitats. Pero desconocía que las mariposas no eran lo único que habían introducido en las islas con aquellos experimentos.
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